Terminando mis vacaciones, tenía vuelta desde Roma, si bien la ciudad no estaba dentro de mi itinerario (terminaba en Viena), la vuelta estaba programada con tiempo desde allí. Cuando Aerolíneas Argentinas, emitió el comunicado para la flexibilidad en los cambios de ruta, fue imposible comunicarse con el call center, con lo cual, no pude cambiar el vuelo, y así fue que volé desde Viena a Roma. Un vuelo corto de 1 hora y media.
Aeropuerto Roma
Al bajar del avión en Roma, en el primer hall del aeropuerto, estaba el único control respecto al Corona Virus que vi en todo el viaje: había que pasar, uno a uno, delante de algo parecido a una tablet, donde tomaban la temperatura. Luego, con normalidad ir a las cintas de equipaje, y volver a despachar para la vuelta a Ezeiza, vía Alitalia. El embarque y despegue fue en horario.
Durante el vuelo repartieron la declaración jurada para completar con los datos personales de cada pasajero, número de asiento, origen y destinos, y síntomas en caso de presentarlos. El vuelo de 14 hs, llegó en horario.
Aeropuerto Ezeiza
Minutos después de aterrizar, anuncian (en ingles e italiano) que debíamos permanecer sentados por controles de salud.
Los minutos pasaban y no había novedades. Una media hora después, trasladan el avión hacia otro punto de la pista. Ya en español, vuelven a anunciar, varias veces, que debíamos seguir esperando, no sabían por cuanto tiempo.
Pasada la primer hora y más también, sube personal, con barbijos, y vestimenta especial, a recolectar todas las declaraciones juradas y tomar la temperatura uno a uno.
Dos personas que no tenían fiebre, manifestaron tener síntomas, luego de hacerles unas preguntas, les colocaron barbijos. Pasó otra hora más, para que las bajen del avión, a ellas y a las personas sentadas alrededor, donde yo estaba allí, junto a unas 30 personas, que nos llevaron hasta la pista, para volver a tomar la temperatura y los datos de contacto. Allí nos dijeron: “Estamos en Argentina, tienen que esperar” como respuesta a las demoras previas. Nos avisaron que si las dos pasajeras daban positivo para Coronavirus, nos iban a llamar por teléfono. Finalmente, vinieron dos micros para llevarnos hasta la terminal, y junto al resto de los pasajeros, retirar el equipaje, pasar el semáforo de objetos declarados o no, pasar las cámaras de TV, con ansiedad de interrogar a toda persona llegada de Roma y salir. Total 4 horas, desde que aterricé hasta que salí de la terminal.
Hasta el día de hoy, por suerte, nadie me llamo.